jueves, 30 de diciembre de 2021

EN ESTADO DE ESPERANZA



Paseando con mi amigo Pedro me recordó el artículo que me pidió que escribiera para la revista Misión Abierta cuando él era el director. Ya estamos un poco pasados de fecha, pero creo que hasta Reyes tiene cabida el tema. Me ha traído muy buenos recuerdos y me ha apetecido compartirlo. La situación en que lo escribí es evidente, allá por noviembre del año 2000:

“¿Cómo pasa la Navidad una embarazada? Os hablaría de Adviento, de celebración familiar, de acción de gracias, de incertidumbres, de sensaciones nuevas... He tenido suerte y llevo un buen embarazo, otras podrían hablar de estado nauseoso permanente o de sacrificio para controlar una dieta, que en esos días se hace más difícil, o de dificultades materiales y personales para que todas las ilusiones tengan un atisbo de realidad o, incluso, sin ilusiones, aceptando o renegando de una situación que creyeron que no se iba a producir. Pero al final, cuando el embarazo sigue adelante, todas quedamos en estado de esperanza, sin epítetos, porque la esperanza siempre es buena, de otra forma es desesperanza y pesimismo.

Aún no he pasado ninguna Navidad embarazada pero imagino fácilmente que este año será algo diferente a otros años. Al preparar el Belén, estaré también preparando el nacimiento de un miembro más de la familia, aunque llegará un poco después.

Al pensar dónde pondremos el Portal, como todos los años, nos haremos la misma pregunta ¿dónde siempre o le hacemos un sitio nuevo? A la vez nos hemos preguntado, nuestro hijo ¿irá a la habitación que estaba dispuesta para él o sería mejor cambiar la distribución de la casa? Porque no es lo mismo planear algo posible pero incierto que comenzar a darle forma. Tal vez deberíamos replantearnos si celebramos la Navidad de una determinada forma porque nos parece la mejor o porque es la más cómoda o por rutina o por... ¿será hora de renovar alguna actitud frente a estas fiestas?

Luego empezaremos a poner montañas, palmeras, el río y el camino, dejando volar la imaginación y recuperando la ilusión de cuando éramos niños y ayudábamos a nuestros padres a reinventar la escena un año tras otro. Crece el paisaje y a medida que tú misma vas aumentando de peso y de volumen se agolpan las preguntas, sobre todo de los que te rodean, ¿será niño o niña?, ¿será camionero, enfermera, abogado o equilibrista?, cuando a ti lo único que te importa es que todo vaya bien, que al cabo de los meses le puedas poner unos rasgos concretos a ese ser que cada día se hace notar más.

Como los pastores acompañan la llegada de la Nochebuena, en ese futuro presente aparece la camaradería de otras embarazadas, de repente parece que se hubiera producido una epidemia. No es que antes no hubiera embarazos, se veían embarazadas en la calle y en el metro, pero ahora tienen nombre, son la vecina del noveno y una amiga y una compañera del trabajo y otra que acaba de dar a luz, y es como si a todas las madres jóvenes se les removiese el recuerdo de un embarazo reciente, y a las madres no tan jóvenes les entrase vocación de abuelas. Hasta la prima Isabel, la que llamaban estéril, ya está de seis meses, ¿cómo no vamos a ir a visitarla? 

Toca celebrar la Navidad, ya vamos a terminar de colocar a todos los personajes, a San José, como el futuro padre, imprescindible aunque en segundo plano de la escena; a María, otra embarazada con nombre propio, que va a llegar a término un poco antes. Los interrogantes se van a encarnar en el niño Jesús, una criatura, que no es un niño rubito, sonriente y  que pasa el día en actitud de bendecir desde su cuna llena de paja: es un recién nacido que llora, duerme, come, mancha los pañales y reclama toda la atención. Porque durante el embarazo, la madre ha sido la protagonista de la historia pero ahora se retira al mismo plano que su compañero. Era el recipiente de un tesoro ha quedado a la luz y se convierte en el centro de la vida de toda la familia.

¿De verdad celebramos que ha nacido el que es el centro de nuestra historia? ¿Celebramos la Navidad conscientes de que formamos una familia con todos los hombres, que la Buena Noticia era para todos y no para unos pocos?

Después de esta reflexión no sé si hay una forma especial de pasar la Navidad estando embarazada. Supongo que del mismo modo que no hay dos Nacimientos iguales, aun siendo siempre la misma escena, cada embarazada sitúa su experiencia en unas vivencias particulares, probablemente la respuesta más cercana a cómo pasa la Navidad una embarazada sea que la pasa haciéndose preguntas e intentando contestarlas.”


  

  


martes, 14 de diciembre de 2021

LO QUE SUCEDE, CONVIENE

Una compañera de trabajo suele usar este dicho. De primeras no estoy de acuerdo con la afirmación, puedo aceptar que tal vez le convenga al universo, y por eso ocurre, pero no creo que lo que nos sucede nos venga bien en particular.

Aún así, y a fuerza de oírlo, he acabado buscándole sentido y le he dado forma de acróstico:

LO QUE SUCEDE, CONVIENE
O cómo adaptar lo que nos pasa para nuestra conveniencia.

Queriendo buscar la parte buena de las cosas.
Una mirada diferente.
Estando de otro modo.

Siempre abiertos a aprender.
Una forma de encarar la vida.
Contarnos la historia de otra manera.
Entender que la realidad no es nuestro capricho.
Dudar pero avanzar.
Esperando lo que tenga que llegar.

Conociendo nuevos caminos.
Ordenando las ideas.
Negándonos a la derrota.
Valorando la sorpresa.
Ideando un futuro mejor.
Encontrando cómo aceptar lo inesperado.
Nadie puede hacerlo más que uno mismo.
Es decisión propia.


domingo, 28 de noviembre de 2021

JE REVIENS (Vuelvo)

Una conversación de sobremesa sobre perfumes me trajo ayer el recuerdo de que mi madre siempre usaba el mismo eau de parfum en momentos especiales.

Me encantaba el frasquito azul, redondo y plano en su funda de terciopelo. Tenía un olor dulzón que a mí se me hacía cálido, suave y aterciopelado en la piel y en la estela de mi madre.

Supongo que asociado a que se vestía para la ocasión, para mí más elegante y más guapa, si cabe, que de costumbre, no dudaba de que aquella fragancia colaboraba en que fuera aún más atractiva. 

Hubo una época en que dejó de encontrarse en las tiendas en Madrid. Ella conservaba aquel envase y lo dosificaba como oro líquido.

En mi primer viaje a París, hace más de 20 años, ese del que escribí en otra entrada de este blog, recorrimos todas las tiendas posibles hasta encontrar una tienda donde pudimos comprarlo. 

Mi madre lo guardó tanto que lo heredé intacto. Hoy he ido a buscarlo para olerlo. A pesar de que este frasco está en una caja  y no en una funda de terciopelo, la nariz se me ha llenado de recuerdos.

Después me he puesto a buscar información, efectivamente ese perfume se creó en 1932 y se fabricó hasta que la casa cerró en 1956. Aunque se vendiera hasta mucho después, mientras quedaran existencias, me sorprende que pudiera encontrarlo en los 90. 

Descubro que el envase era diseño de Lalique.

Parece que en 2005 los nuevos dueños de Worth relanzaron el perfume. ¿Olerá igual?

sábado, 20 de noviembre de 2021

IMPRESIONES DE CAMINANTE (IV)

                      PARQUES Y JARDINES

La previsión del tiempo para hoy era de lluvia así que, reorientando mis ganas de caminar hacia un destino más urbano, había buscado una lista de exposiciones que pudieran cobijarme. El día ha amanecido cubierto pero seco así que he aprovechado para reunir los planes de paseo y de cultura para disfrutar de uno de los últimos días de este año en que supongo que el paisaje va a ser espectacularmente otoñal (sospecho que las lluvias que se avecinan van a desnudar los árboles). Entre las exposiciones descubrí que el Salón de Otoño se exhibía en la Casa de Vacas de El Retiro y me ha parecido un plan perfecto.

Al volver a casa y repasar las fotos de hoy he relacionado imágenes, reflexiones y lugares que recupero.


   EL RETIRO

20/11/2021

Es otoño pero podría escribir parecido en cualquier época del año. Este parque nunca me defrauda. Hace muchos años que es escenario de mis paseos con distintos estados de ánimo y siempre acompaña en positivo, alegra mi alegría y mejora mi melancolía.

Conecto con mi pasado recordando personas que alguna vez pasearon conmigo. Hay rincones que me trasladan a otros lugares queridos. Incluso suele ofrecerme alguna exposición que me saca de mi ensimismamiento. Paseo, respiro, observo y disfruto.


REAL JARDÍN BOTÁNICO 

20/07/2020


Auténtico oasis en Madrid si no fuera por el ruido de los coches y las voces humanas.

De nuevo dispuesta a escribir aunque no haya tema. O, más bien, los de siempre, sentido de la vida, soledad, belleza, ruido y silencio, nostalgia, esperanza y calor, mucho calor, aun estando a la sombra.
El termómetro marca 32ºC, las hojas de los árboles se mecen con la brisa, hormigas, moscas y mariposas se afanan en sus quehaceres y yo las contemplo. Un mirlo cambia de rama.


EL CAPRICHO

28/07/2019

A veces la ausencia de planes pone en marcha la imaginación y resulta en afortunados descubrimientos. La visita a este parque se frustró en el pasado y el horario restringido a fines de semana, el mal acceso con transporte público y la escasez de aparcamiento favorecieron que quedase en la carpeta de pendientes sin prisa.

Me apetecía huir del calor y de los lugares habituales y se puso a tiro.

Mereció la pena madrugar.





SCHÖNBRUNN

10/12/2017
 


Hace treinta años que llegué a Viena por primera vez. He perdido la cuenta de cuántas veces he vuelto pero sé que todas las veces he visitado este parque. Curiosamente nunca he escrito sobre él salvo en la fecha de la foto, dos frases para dejar constancia de que aquí está un pedazo de mi corazón, algunas cenizas de Joaquín se mezclan para siempre con la tierra de este lugar tan querido: 

“Desde Schönbrunn se tienen las mejores vistas de Viena. Bajo la sombra del Pabellón, ante el estanque.”


domingo, 3 de octubre de 2021

EL MUNDO QUE ME RODEA

Continuo con el ejercicio al que me refería en la entrada anterior. Mi correctora particular, Itzi, me ha pedido reescribir el texto de la segunda foto. Al parecer, un primer escrito que le he pedido que leyera antes de publicarlo estaba hecho con demasiada distancia y el tema, según ella, requiere algo más personal.

De nuevo tres objetos que me acompañan hace tiempo, menos conectados en apariencia si no se sabe que el nexo de unión soy yo. Son objetos sin los que yo no sería yo. Representan una forma de entender la vida que me ha ido conformando y que siguen dando sentido a mi vida.



Las botas para caminar:

No entiendo mi vida sin andar. Caminar me da energía, me permite pensar con más claridad, me mejora el ánimo, me hace sentir físicamente mejor… es un hábito instalado hace tanto tiempo que en algunas épocas en que casi no he salido a caminar la vida se me ensombrecía. No sabría decir si mejoraba cuando empezaba a salir o empezaba a salir porque mejoraba.

Recuerdo que mis padres nos llevaban a caminar por el campo cuando éramos pequeñas, luego además salía con los scouts, con el club de montaña, con Joaquín, y sigo saliendo con nuestra hija y con buenos amigos.

He paseado Guadarrama, Gredos, Picos, Pirineos, hasta los Alpes y algunos macizos más. Pero también caminos rurales y, cuando no hay otro plan, las lagunas y cerros del pueblo donde vivo me salvan de apolillarme.

Aunque me permiten una forma de evasión sana, las botas también simbolizan una manera de estar en el mundo más terrenal, anclando los otros dos objetos, representantes de religión y ciencia, que podrían haberme alejado de una realidad más cotidiana.

Mi Biblia:

Me acompaña desde el colegio, un colegio de monjas. Mis creencias y valores tienen una base cristiana y este libro me ha ayudado a superar crisis, a buscar nuevas oportunidades, a meditar. Lo he leído entero. Está lleno de marcas, subrayados y recuerdos. Hay pasajes que leídos en otras versiones, traducidos de otra manera, no me suenan igual de bien. Sé que hay partes prescindibles y otras que, según se interpreten, pueden decir una cosa y su contraria, pero no puedo negar su influencia en mí.

Me tengo por una persona racional y sé que la fe no lo es. Tampoco es racional el amor y no renuncio a él. Los entiendo como otro plano de la vida que me permiten otro punto de vista y otra comprensión del mundo. Eso sí, sin pretender imponérselos a nadie.

Y por último, un fonendoscopio:

Un símbolo de mi profesión, una de esas que se tienen por vocacionales…

De todos los objetos elegidos es el último que se incorporó a mi vida pero, desde entonces, me acompaña en mi día a día.

Una de mis primeras actividades profesionales fue como formadora de adultos en unos cursos de Educación para la Salud. No recuerdo la pregunta, pero sí que una alumna me pedía que diferenciara lo que decía como médica de lo que decía como opinión personal. Supongo que es fácil adivinar que no pude separarlo.

Con muchas contradicciones, con luces y sombras, siempre soy una sola, yo.


MI VISIÓN DEL MUNDO

Hoy comparto un ejercicio de un curso de autoconocimiento a través de la fotografía. Consistía en seleccionar dos objetos, fotografiarlos y escribir sobre ellos. No he podido limitarme a dos objetos aunque sí los he condensado en dos imágenes.

                                                                  Voy con la primera:




Libro de recuerdos para mi hija:

Ya hace más de dos años que comencé a escribirlo pero el relato se puede remontar muchos años atrás, incluso antes de que yo naciera. A veces hablo de historias de sus abuelos.

Aprendí a escribir con 3 o 4 años. Me regalaron un diario donde empecé a expresarme torpemente antes de cumplir los 10 y, aunque nunca escribí a diario, no he parado: poemas adolescentes, un par de cuentos, volcado de emociones, sentimientos, reflexiones, desahogo, pequeños comentarios en Facebook, un blog elemental, textos que guardo para mi sola, ejercicios de escritura, cartas que hace años dejé de escribir y enviar, otras que nunca llegaron a destino, notas, mensajes…

Y el complemento necesario:

Un instrumento con el que escribir. Antes que el de la foto ha habido muchos, incluso durante un tiempo escribía con pluma mis documentos más personales pero, al final, es más práctico el boli.

El de la foto tiene casi 20 años, 17 para ser exacta. Es un regalo de mis compañeros de trabajo de entonces, un regalo de despedida, aunque me despedí del lugar, algunas de aquellas personas todavía me acompañan en mi vida.

Evidentemente he usado muchos otros bolígrafos desde entonces pero este no desaparece.

El tercer elemento de esta imagen son mis gafas.

Necesito gafas desde antes de hacer la Primera Comunión, yo la hice con 7 años. He perdido la cuenta de cuántas gafas he tenido que usar. Durante unos años usé lentillas pero, cuando me las quitaba, tenía que ponerme gafas otra vez.

Mi visión del mundo siempre tiene un cristal interpuesto. Espero que distorsione poco la realidad o que, si lo hace, me devuelva una imagen más amable. Mi hija se extraña de mi cara cuando me las quito. También a mí me ven a través de los cristales. Una vez escuché a alguien decir algo que me aplico: “yo soy con gafas”.

sábado, 21 de agosto de 2021

RECUERDOS DE VERANO

Cuando era pequeña y llegaba el verano nos trasladábamos a la casa de la sierra, aunque mi padre tenía que ir y venir a diario a la ciudad para trabajar.

Aquellas semanas estaban llenas de sensaciones agradables, la primera, nada más llegar, era un aire más respirable, el frescor del interior de la casa y el olor a la leña almacenada junto a la chimenea.

Una vez instalados empezaban todas las actividades, repetidas año tras año pero siempre novedosas porque sabían a vacaciones. Tocaba segar la hierba del jardín, desprendiendo aromas jugosos del césped o dulces y mentolados de la hierbabuena y otras plantas aromáticas que crecían fuera del parterre. Luego había que amontonar lo cortado con aquel rastrillo que rascaba la tierra y sonaba cada vez que sus dedos metálicos chocaban con algún guijarro; y al sacar la hojarasca, que había sobrevivido al invierno bajo los setos, se percibía la humedad que iba convirtiendo aquellos restos en abono. Acabadas estas labores, mi madre prendía los montones y el aire se impregnaba de todos esos olores mezclados con el humo.

Los días que hacía más calor había baño en la piscina, pocos se atrevían a estar largo tiempo en el agua porque estaba muy fría, era de manantial y en aquellos años no había depuradora, se mantenía limpia porque entraba y salía constantemente sin dar tiempo a que se templase. ¡Qué agradable era sentir el abrazo del sol a la salida!

Mi padre tenía la costumbre de refrescarse y nadar en la piscina al volver del trabajo, ya de noche. El impacto en el agua al tirarse de cabeza era un sonido de los que se quedaron en el recuerdo, unos años después dejó de hacerlo porque obligaron a vallar la piscina y cerrarla cuando no hubiera socorrista.

Otros sonidos que se repetían de forma cíclica eran el ruido del motor y el pitido que anunciaba la llegada de cada furgoneta de suministros:

Todas las mañanas subían la leche ordeñada en la vaquería aledaña, las mujeres se acercaban y comenzaba el sonido metálico de las tapas de las cántaras y el del trasiego de la leche al recipiente que se llevaba de casa, luego se  ponía a hervir hasta que subía tres veces, acompañada del ritmo que el borboteo imprimía al cueceleches.

También a diario llegaba la furgoneta del pan, acercarse era un disfrute porque arrastraba el olor a tahona, a través de la bolsa de suave tela donde se recogía el pan se percibía la masa aún templada.

Una vez a la semana pasaba la furgoneta de la frutería donde se pesaba el género con una romana que sonaba al mover la pesa por las muescas de la barra graduada.

Incluso subían furgonetas vendiendo carne y pescado.

Los fines de semana, entre la hora de comer y la de la merienda, el silencio se rompía con el anuncio esperado por los más golosos: “al rico bombón helado”.


Los sonidos fueron desapareciendo uno tras otro, año tras año, sustituidos por ruidos de otros motores porque los niños que conocieron ese mundo crecieron y encontraron otras formas de pasar la vida.


domingo, 15 de agosto de 2021

CALOR, NOSTALGIA, AMOR

Cuando hace calor me pongo nostálgica con facilidad, no es el calor propiamente, pero mi tendencia es a la quietud y, por tanto, es mi cerebro el que bulle en actividad.

Podría dedicarme a hacer planes, pero mis planes necesitan cada vez menos planificación, no es que los haga de forma impulsiva pero, como la experiencia me dice que muchos no llegan a realizarse, procuro hacerlos a corto plazo y muy flexibles.

Sobre todo cuando hace calor y no estoy para derroche energético.

                                        

Así que, mi pensamiento se da un paseo por el pasado y me refresca momentos, personas, lugares...

Aunque la nostalgia se asocia a la tristeza, no es el caso.

Mis recuerdos suelen ser felices, aunque no puedan ser presente, sé que los he vivido y me pertenecen.

Hoy el repaso ha estado apoyado por el blog de Joaquín: mucha música, algo de crítica de actualidad y mucho amor.

¡Cuánto nos hemos querido!

No es una afirmación-recuerdo. Es una certeza que me acompaña. Que se materializa en nuestra hija. Y en mi lugar en el mundo y en mi relación con los demás.

Personas a las que quiero y me quieren, no necesariamente en el mismo momento, ni con la misma intensidad, ni de la misma forma ¡Qué riqueza!

Y así, va cayendo la tarde y el calor se ha hecho más llevadero.

Gracias.

miércoles, 28 de julio de 2021

VIVO Y ESCRIBO

De nuevo recupero escritos anteriores, algunos son monólogos interiores que dejé salir sin censura, aunque ahora los recorte.

Que no se asuste nadie. Hay momentos oscuros que se pasan. Mi tono vital ha mejorado mucho. Haber ido recuperando el contacto físico con mi gente me da otra perspectiva aunque aún no haya conseguido centrar el rumbo. Escribir me ayuda. 

No sé por qué me decido a publicarlos, ni sé por qué ahora. Supongo que quiero alimentar el blog y lo que estoy escribiendo actualmente aún no tiene la forma ni el contenido adecuado o es demasiado reciente como para que mi pudor permita airearlo. O tal vez, igual que encuentro en lo escrito por otros la expresión de lo que yo siento y no sé decir, espero que alguien encuentre que  mis palabras sirven para plasmar sus sentimientos, pero esto me parece demasiado pretencioso. O tal vez, es la recapitulación de un año y el calor del verano que invita a no moverse mucho facilita esta actividad.

Julio de 2020:

“Me rondaba algo la cabeza esta tarde, alguna asociación de ideas de esas que sólo tienen relación para mi, pero ya no sé qué era. Y sé que quería escribir sobre ella.

Tenía que ver con mala espina, escepticismo, descreimiento, pero no atino con el asunto.

Creo que se ha desencadenado por un comentario, oído más de una vez, sobre la pérdida de los seres queridos… que es más fácil para los creyentes. Y se me ha hecho un lío en la cabeza.

Cuando se murió mi padre yo tuve la certeza de que volvería a estar con él, en su plenitud, sin enfermedad ni marcapasos y después, cada vez que alguien se me muere, quiero rescatar esa sensación pero no la alcanzo. No tiene nada que ver saber una cosa con sentirla, ni alivia la separación. Es como si alguien muy cercano se va de viaje sin fecha de vuelta y sin poder comunicarte con él. No vas a dejar de echarle de menos ni vas a dejar de preguntarte hasta cuándo.

Voy recordando, era sobre la desconfianza o más bien la decepción que voy acumulando de las asociaciones humanas con supuestos objetivos benefactores, desde ONGs a clubes deportivos o incluso el escultismo.

No sé de qué me sorprendo, sólo son el reflejo de la imperfección humana, la de cada ser imperfecto que las formamos. También reconozco que, por temporadas o desde ciertos puntos de vista, las bondades son muchas, más que la suma de las bondades individuales, pero hoy no se trataba de eso.

Y no es que esté especialmente negativa o triste, pero me asaltan pensamientos que se obstinan en no ser optimistas.

De alguna forma estoy cansada de tener que estar bien siempre aún cuando no tenga motivos. Floto en una realidad ausente, es una estabilidad emocional plana, en una salud física dolorida y medicada que sin embargo no claudica, como en los versos de Rudyard Kipling “gritando: ¡persistid, es la orden!” Pero sin conducirme a nada.

Viendo pasar mi vida y la de los otros como quien contempla una película, a ratos buena y otros no tanto, pero sin poder hacer nada por cambiar el argumento ni el final.”

Septiembre de 2020: 

“Me gusta escribir aunque no sepa, aunque no tenga nada que decir o lo que se me ocurre ya esté dicho de antes. 

Me ronda escribir sobre la no vida ¿qué es la felicidad? ¿qué es estar en paz con uno mismo?

Vuelve a ser septiembre, de un año que no cuenta o que cuenta demasiado. El año del COVID, el año del chat del ARCLA, 5 años en que no estás…¿cómo habrías llevado el encierro?

Suena la lavadora, vueltas y vueltas a la ropa, limpiar, aclarar, escurrir. Tal vez un par de ciclos de lavado me vendrían bien para restaurar el orden en mi cerebro. Ponerle un rumbo. Recuperar la ilusión por algo más que un instante fugaz.

Siempre estoy bien, siempre estoy bien, siempre estoy bien, el mantra que se repite sin fisuras, todos lo saben, todos esperan que así sea. Si tú estás bien yo estoy bien, me lo digo al espejo y sonrío cuando me veo llena de canas y arrugas que no reconozco aunque me las sepa de memoria porque veo el gesto y las manos de mi madre. Se asoma un ser que sobrevive para no dar la lata. Escribo y lloro con una emoción absurda, innecesaria, vacía. Se me olvidó la vida en un rincón y allí me espera, cuando pueda librarme del peso de no ser, cuando sea capaz de soltar todo lo que me pongo encima para parecer viva. 

He descubierto que me gusta coser y que procrastinar es un verbo que conjugo bien.”

Junio de 2021:

“Por la tinta del boli se escapan los males. Seguiría escribiendo hasta calmar mi ánimo. Aunque no sepa ni qué decir.

Aún no me ahoga la sensación de soledad, pero hoy estoy muy sola. […]

Debería ir a dormir pero aquí estoy, agazapada en el sofá. Dejando pasar el tiempo una vez más. Sin futuro, sin ilusiones, habrá que vivir y encontrarlas.

Mejor me voy a dormir. Mañana será otro día.”

“Como en Obaba los números acuden a mi cabeza a la primera de cambio: 

Cuento los escalones cuando subo andando a casa: 8 en cada tramo, 2 tramos por piso, 6 pisos.

Y ahora los años acabados en 1, sé que otros años también pasan cosas y que no recuerdo, a bote pronto, nada del 71 ni del 81. Pero en el 91 me casé, en 2001 nació Itzi, en 2011 operaron a Joaquín del maldito cáncer de esófago y en 2021 Itzi se independiza  […]”

Julio de 2021:

“Quiero escribir desde la felicidad.

Ese estado de ánimo que se acompaña de una sonrisa y de serenidad.

Sentirme bien con lo que hago.

Aunque sé que estoy negando una parte oscura que sigue ahí. Quiero pensar que no es mi responsabilidad, pero no dejo de echármela encima.

Al final voy a donde no es ¿o empecé desde donde no es?

[…]

Algo de mis neuronas se transmite hasta mis dedos y los traspasa y se prolonga por el bolígrafo hasta el papel. Como si pensara por mi.

Me gusta escribir.”


jueves, 3 de junio de 2021

CUANDO MENOS ME LO ESPERABA

Esta pandemia me está volviendo loca.


Mi vida discurría tranquila y rutinaria, previsible, incluso aburrida, pero apacible.


De repente llegó el encierro, que yo creí exagerado de primeras y luego ha resultado ser una catástrofe sanitaria y social que yo observo desde los márgenes.


En este colapso, donde la distancia social es un imperativo necesario, donde la presencia física de las personas que quiero se ha reducido al mínimo y cuando se da es con una barrera de vacío infranqueable, el pasado se ha asomado a mi vida en forma de red social.


En el confinamiento me invitaron a un chat con un montón de recuerdos que fuimos capaces de rescatar para construir un presente nuevo, reconociendo a personas que nunca nos fueron presentadas, compartiendo sentimientos y experiencias comunes sin saberlo, apoyándonos en las dificultades actuales, transmitiendo ánimo y alegría de forma solidaria.


Atreviéndome en un uso que yo no le daba he abierto otra ventana por la que se me han asomado otras personas del pasado, contactos no borrados pero silenciosos y silenciados durante años, que están dispuestos a una comunicación cotidiana.


Por otro lado están las relaciones nuevas, presenciales, que imagino que han podido darse por ser menos comprometidas. Como los amigos nos hemos retirado para cuidarnos, han aparecido conocidos con menos reparos que se han ido haciendo hueco, aprovechando la ausencia. Y ahí están.


Pero ahora mi vida está patas arriba, el caos que yo depositaba en casa para poder tener una vida ordenada hacia fuera y un equilibrio en mi cabeza, ese caos, se ha apoderado de toda mi vida. Hasta las plantas de mi despacho han  detectado mi desequilibrio y empiezan a marchitarse. Mis pacientes (por suerte sólo algunos) se desestabilizan con nuevos argumentos.


Mi hija, mi  principal motivo para no sucumbir a sabiendas de que aún me necesita, vuela cada vez más independiente, como debe ser, pero padezco de vértigo a terceros.


Siento una energía que renace, pero tan explosiva que es inútil, al final sólo me sirve para caminar cual Forrest Gump para intentar gastarla y que no me destruya.


Parece que la pandemia remite, se ve que soy de llevar la contraria y ahora creo que se precipitan en relajar las medidas de seguridad.


Yo no sé cómo voy a recuperarme. Mi entorno más cercano y yo nos hemos salvado de graves consecuencias por contagio del virus, al menos hasta ahora y, con más vacunas puestas, confío en mantenernos a salvo, pero mi espíritu ha sido zarandeado y no me reconozco.


Supongo que saldré adelante, como de todas las batallas que he vivido.



lunes, 18 de enero de 2021

MUÑECAS

Aprovechando que ahí fuera nos acecha un virus fácil de contagiar y difícil de erradicar, que Filomena nos ha dejado un manto blanco que nos dificulta la movilidad ya restringida, que la contaminación ha venido a sumarse a este ensayo de Apocalipsis y que nos amenazan con inundaciones para los próximos días, yo he venido a hablar de mis muñecas.

Mi padre me trajo una muñeca Barbie de Alemania cuando era una niña y aquí apenas se conocía. Su gracia, y el motivo por el que mi padre me la trajo y se convirtió en un juguete verdaderamente disfrutado por mí, era que sus rodillas estaban articuladas y recubiertas de goma de tal forma que hacía un efecto muy natural, aunque con un crujido artrósico característico que para mí era otro atractivo. Realmente era de buena calidad porque sobrevivió a las infinitas flexoextensiones a las que la sometí. Era una muñeca rubia y esbelta pero con cuerpo de niña, nada que ver con las Barbies de después. Esa muñeca estuvo alguna vez en manos de mi hija pero ya no llamaba la atención y se quedó en un cajón del que la he sacado para la foto.

La verdadera inspiración para que os cuente esto hoy ha sido mi querida amiga Teresa Rishik (para mí siempre vas a ser Teresa Marín)  que ha puesto una foto de una Barbie en su página de Facebook. Hace un par de años Teresa me sorprendió regalándome una glamurosa muñeca Barbie con una enigmática introducción: “voy a hacerte un regalo que no te han hecho nunca ni te van a volver a hacer”.Y espero que tuviera razón porque no quiero empezar una colección por espectacular que pudiera ser. Aquí la tenéis.