Continuo con el ejercicio al que me refería en la entrada anterior. Mi correctora particular, Itzi, me ha pedido reescribir el texto de la segunda foto. Al parecer, un primer escrito que le he pedido que leyera antes de publicarlo estaba hecho con demasiada distancia y el tema, según ella, requiere algo más personal.
De nuevo tres objetos que me acompañan hace tiempo, menos conectados en apariencia si no se sabe que el nexo de unión soy yo. Son objetos sin los que yo no sería yo. Representan una forma de entender la vida que me ha ido conformando y que siguen dando sentido a mi vida.
• Las botas para caminar:
No entiendo mi vida sin andar. Caminar me da energía, me permite pensar con más claridad, me mejora el ánimo, me hace sentir físicamente mejor… es un hábito instalado hace tanto tiempo que en algunas épocas en que casi no he salido a caminar la vida se me ensombrecía. No sabría decir si mejoraba cuando empezaba a salir o empezaba a salir porque mejoraba.
Recuerdo que mis padres nos llevaban a caminar por el campo cuando éramos pequeñas, luego además salía con los scouts, con el club de montaña, con Joaquín, y sigo saliendo con nuestra hija y con buenos amigos.
He paseado Guadarrama, Gredos, Picos, Pirineos, hasta los Alpes y algunos macizos más. Pero también caminos rurales y, cuando no hay otro plan, las lagunas y cerros del pueblo donde vivo me salvan de apolillarme.
Aunque me permiten una forma de evasión sana, las botas también simbolizan una manera de estar en el mundo más terrenal, anclando los otros dos objetos, representantes de religión y ciencia, que podrían haberme alejado de una realidad más cotidiana.
• Mi Biblia:
Me acompaña desde el colegio, un colegio de monjas. Mis creencias y valores tienen una base cristiana y este libro me ha ayudado a superar crisis, a buscar nuevas oportunidades, a meditar. Lo he leído entero. Está lleno de marcas, subrayados y recuerdos. Hay pasajes que leídos en otras versiones, traducidos de otra manera, no me suenan igual de bien. Sé que hay partes prescindibles y otras que, según se interpreten, pueden decir una cosa y su contraria, pero no puedo negar su influencia en mí.
Me tengo por una persona racional y sé que la fe no lo es. Tampoco es racional el amor y no renuncio a él. Los entiendo como otro plano de la vida que me permiten otro punto de vista y otra comprensión del mundo. Eso sí, sin pretender imponérselos a nadie.
• Y por último, un fonendoscopio:
Un símbolo de mi profesión, una de esas que se tienen por vocacionales…
De todos los objetos elegidos es el último que se incorporó a mi vida pero, desde entonces, me acompaña en mi día a día.
Una de mis primeras actividades profesionales fue como formadora de adultos en unos cursos de Educación para la Salud. No recuerdo la pregunta, pero sí que una alumna me pedía que diferenciara lo que decía como médica de lo que decía como opinión personal. Supongo que es fácil adivinar que no pude separarlo.
Con muchas contradicciones, con luces y sombras, siempre soy una sola, yo.
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