lunes, 10 de noviembre de 2025

VIAJE A LO DESCONOCIDO. VOLANDO A DELHI

Mi afición montañera había dirigido mi mirada al Himalaya en mi adolescencia. El paso del tiempo la desplazó a otros destinos más asequibles. Cuando pudo ser el momento de ir, era un lugar lejano y caro. Luego, las circunstancias vitales lo borraron de lo posible. Más tarde le llegó la masificación o al menos eso me contaba a mí misma. Hasta que el anuncio de un viaje en grupo pequeño, a un país menos visitado se cruzó en mi camino y sacó de algún cajón de la memoria una vieja ilusión.

No voy de trekking como hubiera hecho hace años, no pierdo de vista que es un viaje turístico, una aventura controlada, pero ajustada a mi yo actual.

Y aquí estoy, sentada en un avión que aterriza en Abu Dabi, un lugar que no hubiera elegido nunca para visitar y que no visito, con el aeropuerto me sobra. 

Mañana llegaré a DelhiOtro lugar que nunca imaginé pisar, aunque me resultara atractivo desde lejos, no sabía si la cercanía me iba a resultar gratificante por un exceso de estímulos y demasiados contrastes. El caso es que me pillaba de paso y decidí alargar un poco la estancia.

Mi aventura sola puede no ser tan solitaria, otro del grupo viaja en mi vuelo. Nos hemos encontrado antes de subir al avión. Por suerte no va en el asiento de al lado.

Me ha tocado pared, y ventanilla si giro mi cabeza más de 90°. Merece la pena. He visto el mar y África y el Nilo y ahora sobrevolamos el mar Rojo y la península del Sinaí. 

Escribo. Nos han dado de comer temprano, he visto una película interesante (The Penguin Lesson’s) leyendo los subtítulos en inglés, no he conseguido que el audio funcionara. Imagino que los auriculares no van, tampoco me importa. 

Junto a mí viajan una niña y su madre. La niña se ha acoplado a su pantalla antes de despegar, ha visto Lilo y Stitch y luego ha jugado un rato a Angry birdsAhora duerme plácidamente apoyada en su madre. Lleva dos trenzas de raíz que hacen destacar unas mechas en azul y rosa brillante. Hablan entre ellas en español y en inglés.

Volamos a más de 11 km de altura y estamos llegando a la rama este del mar Rojo. 

Un poco más al noroeste hay una matanza que aún no ha acabado ¿o quizá es al norte sin más? A los muertos y a los heridos les importa bastante poco mi disquisición.

Hago una foto a un suelo rojizo del que emergen lo que parecen montañas. Lo escribo porque en la foto no sé distinguir si es el color real del suelo o un efecto de la reflexión solar. Aunque si nos ponemos muy físicos, estoy diciendo lo mismo dos veces.

Miro hacia el otro lado del avión, les toca orientación sur y les da el sol, he tenido mucha suerte con el asiento.

Hay dos personajes que me llaman la atención en el pasaje.

Un hombre que decidido que es hindú por el color de piel y la fisonomía, aunque va vestido a la europea. Gran parte del viaje, incluso mientras nos daban de comer, ha estado de pie, a ratos solo y a ratos con un bebé en brazos. Al entrar al avión ya había reparado en ellos, porque la que imagino madre de la criatura y esposa del individuo estaba sentada a un lado del pasillo y él, al otro lado, la miraba de pie, así que pasábamos todos entremedias. 

La otra persona es una mujer joven de pelo y ojos claros que pasea con frecuencia por el pasillo, lleva un pañuelo en la cabeza estilo hiyab desaliñado, con unas camisetas superpuestas con la misma dejadez, de tal forma que, a ratos, deja alguno de los hombros a la vista.

No saco conclusiones, solo observo y tomo nota ¿para qué? Probablemente para ayudar a mi memoria y para pasar el tiempo. Aún nos quedan casi dos horas de viaje, llevamos más de cuatro.

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