domingo, 16 de noviembre de 2025

VIAJE A LO DESCONOCIDO. DESTINO BUTÁN

Nos hemos despedido de Delhi. Han sido días intensos, sólo han sido tres, pero han parecido más. Muchos estímulos, lugares diferentes y usos diferentes y encuentros progresivos con los compañeros de viaje. 

Vamos a pasar de un lugar caótico, ruidoso, sucio, desigual, espiritual, interesado, servicial, servil, urbano, contaminado, atractivo, multicolor, multicultural… a otro donde las expectativas son naturaleza, tranquilidad, amabilidad, silencio…

El vuelo nos guarda una sorpresa anunciada, la posibilidad de ver el Himalaya desde lo alto. Es de agradecer que la agencia se haya ocupado de elegirnos asientos en ventanilla y en el lado de las vistas, por eso vamos separados, en fila, de tal forma que puedo dedicarme a la contemplación y a la escritura.

Mientras nos dan de comer, superamos la capa de contaminación de Delhi y se abre el cielo azul sobre nosotros.

Hemos desayunado a las 6:30, tomado un café a las 9:00 y comemos a las 12:00, hora de Delhi, en España son cuatro horas y media antes ¿hará su aparición el yet lag? Por suerte, mi organismo lo aguanta todo.


Después de comer me pongo a escribir y me doy cuenta de que empiezan a verse picos y nieve. Vamos en un corredor, bajo el avión una capa densa ¿nubes?, ¿niebla?, ¿contaminación? Y por encima más nubes y cielo, pero paralelo a nosotros, en el horizonte diáfano, donde se unen nuestro suelo y nuestro cielo algodonoso. Nos acompaña La Cordillera. 


No reconozco nada, está lejos, pero lo intuyo inmenso. Intento fijarlo en fotos, luego trataré de reconocer* si alguno de los picos lleva alguno de los nombres que me aprendí apenas llegada a mi adolescencia: los 14 ochomiles. Están ahí cerca, aunque ya no estén a mi alcance.

Aterrizamos en Katmandú, me sorprenden las grandes dimensiones de la población, los edificios altos, los colores. 

No salimos del avión, entran otros viajeros hacia Bután. A mi lado se sienta otra mujer que también escribe.

El viaje va acompañando las expectativas. Por desgracia, internet y otras moderneces dejan poco lugar a las sorpresas verdaderas, pero descubro que mi capacidad de asombro, que creía perdida, sigue conmigo. Espero que los días que quedan la activen aún más.

Despegamos de Katmandú y de nuevo la cadena montañosa luce a nuestra izquierda, al poco, el avión queda envuelto en nubes, y, al superarlas, muy pocos agujeros dejan a la vista algún retazo de montaña, con ríos de nieve. Espectaculares de todas formas.


Volveremos por el mismo camino, habrá una segunda oportunidad.


* En la revista del avión hay una reseña de los picos visibles, con las fotos mucho más nítidas y más ampliadas. 

Se supone que se ven los siguientes montes, por orden de aparición:

Annapurna (8.000 m), Dhaulagiri (8.167 m) y Manaslu (8.163 m) entre Delhi y Katmandú.

Entre Katmandú y Paro:

Everest (8.586m), Lothse (8.516m) y Nuptse (7.861 m) en un mismo macizo. Y un poco más a la derecha el Makalu (8.475 m)

Un poco más tarde aparece el Kanchenjunga (8.586m)

Y por último el Jomolhari (7.326m), del que yo no había oído hablar, pero es la segunda montaña más alta de Bután.




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