Vivir en sí mismo es estar en peligro. Es la única actividad con un 100% de mortalidad aunque casi nunca nos acordemos y nos creamos inmortales y seamos tan simples que dejamos de vivir plenamente por si acaso nos pasa algo malo, como si por vivir menos expuestos no nos fuera a pasar nada.
Y para vivir del todo necesitamos amar y ser amados y ¿hay algo más arriesgado que el amor? ¡Menuda aventura! Porque el amor, el nuestro, siempre es imperfecto y ¿el de las personas amadas…? pues también. Así que vamos en una cordada en la que nos fiamos unos de otros a sabiendas de que algún día podemos fallar, por ausencia, por distracción, por cansancio, por desinterés, porque nos han hecho una oferta mejor para unirnos a otra cordada…
El amor, como las plantas, hay que cuidarlo y, tal vez, eso sea vivir, aunque, a veces, a pesar de nuestros cuidados, la planta se marchite.
Aún así, mejor vivir en riesgo y sin garantías que no vivir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario