Dices adiós y un abismo se abre por delante ¿Es un hasta luego? ¿Es para siempre?
Recuerdo que cuando era pequeña y personas queridas se iban a ir de casa, tras una visita, se encontraban que les había escondido el bolso o algo que tuvieran que llevarse, era una forma de decirles que quería que se quedaran: retrasaba la despedida pero no la evitaba.
Luego me hice mayor y ese juego ya no estaba bien visto.
Ya no se distingue, por la forma, cuando quiero que alguien se quede o que se vaya.
Tal vez no quiero pensar que puede ser la última vez que nos vemos.
Como la última vez que vi a mi padre con vida, o a mi madre, o a mi tía.
Nunca digas adiós sin despedirte de corazón.
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