lunes, 13 de noviembre de 2023

60 CUMPLEAÑOS. 5 LUGARES




HARTU ZUK JAUNA

HIL HAU ZERUAN

BETIKO BIZI LEKUAN* 


Bajo un haya de troncos gemelos, marcada como sendero G.R. 
Rodeado de nieve, bosque y silencio. Camino del Lindus.

En la huerta de Postigu, junto al árbol que Ander plantó para sus amigos.


Conil. El Atlántico. En la playa de La Fontanilla, 
que tantas veces fortaleció nuestros cansados cuerpos y nuestras heridas almas.

Desde Schönbrunn se tienen las mejores vistas de Viena.
Bajo la sombra del Pabellón, ante el estanque.



La cima del Lindus acoge los últimos restos. 
Allí, donde pediste que te lleváramos una vez, 
donde quisimos llevarte desde el principio. 
Tus últimas cenizas reposarán allí para siempre, 
mecidas por el viento, expuestas al sol y a las tormentas.
En ese lugar tan querido para nosotros. 

Por fin lloré tu ausencia y quedamos los dos en paz.

*Canción/oración  para los difuntos: “Toma Señor/ a este muerto en el cielo/ en el lugar de la vida  para siempre “


 

sábado, 28 de octubre de 2023

POPURRÍ

Cuando era pequeña siempre había una guitarra (o más) en las reuniones de amigos. En el colegio, Isabel era la que siempre estaba dispuesta a tocarla; en el grupo de la parroquia, Pepe daba la entrada; en el grupo de guías no recuerdo si era Bea o su hermana; y en el Arcla, Salva no tenía rival. Y de mucho antes eran las clases de guitarra, a las que asistíamos mi hermana y yo, donde aprendí canciones de siempre mezcladas con éxitos del momento.

Desde mi infancia hasta el final de mi juventud hay una larga lista de canciones que componen mi banda sonora de versiones musicales de todo tipo. Ya he contado alguna vez que me sé canciones de las que no recuerdo título ni autor, pero identificó la melodía y me sé las letras, tanto del estribillo como de las estrofas, con gran fidelidad.

Me hago mayor y, si escucho las canciones de esa época, me vienen a la memoria asociaciones curiosas. Esta vez ha sido escuchando en la radio Déjame, que ahora sé que es de Los Secretos. Hubo una época en la que la cantábamos mucho y, a continuación, como si quisiéramos conjurar y neutralizar el mensaje, nos arrancábamos sin intermedio con Si me dejas no vale que, al buscarla, me he enterado de que es de Julio Iglesias.

Y, como otras veces, los recuerdos no son neutros, ese “Déjame pero no me dejes” que entrelaza las dos canciones, me hace caer en que las contradicciones están instaladas en mi mente hace mucho tiempo (¿o es de siempre?): soledad-compañía, alegría-tristeza, pasado-presente, altruismo-egoísmo, anarquía-caos, hablar-callar, independencia-pertenencia...

Que ya, que la idea no es original, ni sólo me pasa a mí, pero hoy tenía melodía.

Son fáciles de encontrar, pero aquí dejo enlaces a las dos canciones, en el orden adecuado:

https://youtu.be/TYZeE7Gk_WIg?si=

https://youtu.be/lt7_0geMCCw?si=OfqVAS4GKUkvsZ02

jueves, 12 de octubre de 2023

TOMAR LAS AGUAS


Decidí irme a descansar a un balneario.Ya sabemos todos que los balnearios pasaron hace años su época de esplendor, pero se intenta reflotar y la medicina del agua brota en modernos SPAs, hamanes y renovaciones de los antiguos balnearios. A mi me gusta el agua y me sientan bien los chorros, corrientes y baños de contraste, así que, de vez en cuando, me lío la toalla al cuerpo y me dejo llevar por esta moda.

Reconozco que, si se tercia, uso cualquier modalidad, pero si puedo elegir, prefiero las aguas de manantial, las de balneario de toda la vida, los SPAs de agua del grifo me generan rechazo por el gasto de agua. Y no tienen el encanto ni las supuestas propiedades de las fuentes naturales.

En este caso pensé en Trillo porque había visto que el pueblo tenía rincones apetecibles y quedaba relativamente cerca de casa. Algunas dificultades en conseguir la reserva me llevaron a cambiar el destino hasta Alhama de Aragón. No conocía ninguno de los dos.

Tras esta introducción os voy a hablar de mi experiencia en las Termas Pallarés, un conjunto termal que me cuesta describir sin invocar al caos. Estoy segura de que los promotores apelarían a la historia, pero lo que yo me encuentro es un espacio en el que se mezcla el abandono, la renovación, lo clásico y lo moderno hasta llegar al despropósito. Y quiero indicar que, aun diciendo esto y lo que viene a continuación, no ha sido una mala experiencia.

El balneario tiene tres hoteles de distintas categorías y estado de conservación, pero la recepción es única. Al llegar, me dirigí al hotel que había reservado y me encontré en la entrada con indicaciones de lo que había en ese edificio: habitaciones y una parte de espacio termal, la indicación de dónde estaba la recepción me la acabó dando otro huésped.


Al hacer el check in me dijeron que me habían reubicado en otro hotel por no sé qué cuestiones de organización. Me tocó una habitación abuhardillada y moderna, aunque con algunos desperfectos achacables al uso y al paso del tiempo, algo me decía que el otro hotel no iba a estar mejor, así que no protesté por el cambio. La única pega es que para disfrutar de los jardines, convertidos en aparcamiento, y llegar al lago termal, la estrella del balneario, hay que cruzar una carretera porque está fuera del recinto, cierto que está poco transitada y casi parece una calle particular, pero no es lo más perturbador si consideramos que el recinto es atravesado por una vía de tren, que se salva por un túnel para evitar accidentes, y cuando estás apaciblemente tumbada secándote al sol, te sobresalta un ruido por el que crees que vas a ser arrollado, pero solo ocurre la primera vez, luego ver pasar el tren es parte del decorado.

Luego está el capítulo de la restauración, hay cafeterías y restaurantes por doquier, cerradas la mayoría por no ser verano. Sólo funcionan la cafetería en el edificio del Casino, actualmente cerrado para otros menesteres, y donde solo sirven bebidas y supongo que algún snack, pero no me tentó probarlo, la máquina de bebidas del lago, y el restaurante del Hotel Termas, en lo que debió ser un gran salón donde degustar exquisiteces y lucirse en sociedad. Hoy es el lugar donde se nutren los alojados en un triste buffet equiparable a colegio u hospital. Que yo bajara la edad media de los huéspedes no me parece motivo para no dar un mejor servicio. Supongo que como el desayuno va incluido en el precio de la habitación, no necesitan que elijas desayunar en el hotel por su calidad; por dar algún dato, la máquina de zumos, cortesía de Don Simón, expende uno de los zumos de naranja más insípidos de los que haya probado en mi vida, acompaña la experiencia la circunstancia de tener que estar todos agolpados en un mostrador evidentemente pequeño para la afluencia y donde hay una sola máquina de café. Para colmo, el primer día, por la falta de oferta en el pueblo y por puro desconocimiento, se me ocurrió cenar allí, también buffet y huéspedes agolpados. Me sentí expulsada de la mesa para dar paso a los siguientes, cómo sería que la propia camarera se dio cuenta de su precipitación, aún estaba bebiendo un vaso de agua cuando me despejó la mesa de todo lo que había y llamó a los que iban a sentarse a continuación.

Menos mal que la recepción estaba en mi hotel, tuve que bajar los dos días a restablecer la tarjeta que abría la puerta porque los dos días dio error y en las dos ocasiones había otros alojados en la misma operación ¿casualidad? la recepcionista intentaba quitarse responsabilidad apelando a que la habríamos puesto junto al móvil. Doy fe de que no era mi caso y mal sistema es si es tan sensible a los móviles. Suena a excusa trasnochada, como casi todo el balneario.

Completa el cuadro un montón de gente, a cualquier hora, deambulando por el hotel y los jardines en albornoz. Sé que es inherente al cometido del establecimiento, pero no deja de ser pintoresco.
No quiero que parezca un volcado de quejas, salvo lo del desayuno, la cena y la escasa empatía de la camarera y la recepcionista, el lugar ofrece lo que se espera y el par de días metida en agua me han venido muy bien. Otros empleados han sido muy amables, como los que controlan la entrada al lago o la camarera de piso que el primer día me abrió la habitación para que dejara la maleta y pudiera bajar a recepción a activar la tarjeta sin equipaje.

Hay que pensar que el agua, origen de las instalaciones y de mi viaje, tiene mucho que ver con el deterioro y el olor a viejuno.

Aproveché para hacer algo de turismo por la cercana ruta del mudéjar… Preciosas torres y fachadas, dicen que en su interior algunas son magníficas. Pero el asunto de las iglesias cerradas o sólo abiertas en horas de culto en el que, evidentemente, no se pueden visitar, es un viejo tema en el que hoy no voy a entrar.

martes, 5 de septiembre de 2023

REGALAR

 


“Cultivo una rosa blanca 
en junio como en enero
para el amigo sincero 
que me da su mano franca.
Y para el cruel que me arranca 
el corazón con que vivo, 
cardo ni ortiga cultivo, 
cultivo una rosa blanca.”
José Martí


Escribí esta reflexión en un momento en que me apeteció hacer un regalo de esos porque sí, pero no me pareció con suficiente entidad como para publicarla. La dejé en mi archivo en modo borrador.

Una vez más, a cuenta de un comentario de Itzi, el texto cobró un nuevo significado, le añadí la foto y el poema y me pareció oportuno que lo leyera. A ella le gustó. Ya sé que no es objetiva, pero su criterio a mí me vale. Lo publiqué sin darle publicidad. A veces hago eso porque sé que nadie lo va a leer, lo dejo ahí y tras un tiempo lo releo, si me convence lo dejo y si no, lo borro o lo modifico.

Ayer tres amigas nos regalamos una tarde estupenda y ese es el motivo que me ha animado a compartirlo:

Regalos de cumpleaños, de aniversario, de reconocimiento, de despedida…

El regalo de compartir tiempo es el que más me gusta dar y recibir.

Me gustan los regalos porque sí, recibirlos y hacerlos, mucho más que los regalos en fechas señaladas, los que se hacen por costumbre y acaban siendo una obligación.

Me gusta cuando encuentro algo y pienso que le podría ir bien a alguien y expresar de ese modo que me he acordado de esa persona.

Y, luego, está lo que conlleva el regalo, no me gusta sentir que tengo que llevarlo puesto o usarlo para que lo vea quien me lo ha regalado.

Cuando regalo algo me gusta ver la primera reacción de quien lo recibe, pero después pasa a ser suyo y deja de ser de mi incumbencia si lo usa, lo guarda, lo tira o lo vuelve a regalar.

Aunque mentiría si no digo que me alegro al enterarme de que acerté cuando elegí.

domingo, 13 de agosto de 2023

RECUERDOS Y OLVIDOS (IV)

La primavera y el otoño suelen empeorar las depresiones, pero a mí lo que me pone melancólica es el calor. Os lo cuento como descargo de que hoy se me haya venido a la memoria una canción que creo que no escuchaba desde mi adolescencia; no puedo saber el porqué de este recuerdo, lo único que se me ocurre es que ayer estuve con mis hermanas en el chalet donde pasaba la mayor parte del verano cuando era pequeña y, tal vez, eso ha activado alguna neurona de las que guardan cosas antiguas. Pero es sólo una hipótesis.

He querido escucharla a ver si mi recuerdo se ajustaba a música y letra y he tenido que escribir parte del texto de la canción porque no me sabía el nombre ni quién la cantaba. Una vez que la he encontrado, el grupo no me sonaba de nada, tampoco otras canciones de su repertorio. 

No es novedad el que me suenen canciones de las que no conozco título ni autor, aunque me sepa la letra, como me ha ocurrido con ésta. El recuerdo era bastante fiel al original.

Por si tenéis curiosidad, pongo el enlace a la canción en cuestión, que es “Hoy estoy sufriendo” de Cuerpos y Almas.  No está elegida por la calidad musical, podréis reconocer el estilo años 70 sin dificultad.

https://youtu.be/a0BWcLJR2uk

domingo, 23 de julio de 2023

OFICIO IMAGINARIO: Acompañante de sueños.

Teníamos veintipocos años. Éramos capaces de encontrar cosas inverosímiles en tiendas de barrio, en barrios que apenas conocíamos, pero teníamos un instinto especial para relacionar conocimientos, información y recuerdos. Daba igual si era un libro descatalogado, un cable con conectores raros, un muñeco inventado por una mente infantil… Si existía, lo encontrábamos o modificábamos lo que fuese hasta que encajara en el deseo. Fantaseábamos con montar nuestro negocio, la “Oficina del Conseguidor”. Uniríamos la satisfacción del que obtenía lo que buscaba a la nuestra por haberlo logrado una vez más. Luego apareció Internet y las cosas inverosímiles dejaron de existir o se encontraban al alcance de un click.


Acabé siendo médica, pero lo que yo quería era salvar vidas.
Indirectamente cumplí mi sueño, pero el sueño creó su propia historia.
Nada que ver con lo que imaginaba: acompaño vidas.
Si alguna se salva es porque se salva sola.
¿Cuántas vidas quieren ser salvadas?     


Y ¿dónde están ahora mis sueños?
Mis sueños están con las personas.
Entremezclo mis sueños con los suyos.
Tengo sueños llenos de concordia.


lunes, 12 de junio de 2023

EL FELPUDO


El edificio donde trabajo se construyó hace unos 25 años aunque ha sufrido varias modificaciones y reformas más o menos importantes desde entonces: una ampliación que estuvo varios años sin rematar esperando no sé qué permisos, la instalación de un montacargas como parte de la adaptación para ser un lugar accesible, la desaparición de una escalera central sustituida por dos escaleras laterales con salidas de emergencia, la decoración de la fachada con un graffiti de encargo o la pintura de paredes y puertas con colores institucionales.

Todas se han ido  realizando sin cerrar el centro, mientras manteníamos la atención al público, soportando olores, ruidos, polvo… Así que, el relato de hoy no es más que una pequeña anécdota en un mar de historias.

Tras un día que no trabajé, encontré que a la puerta del centro había un rectángulo rebajado en el suelo siguiendo las líneas de las placas que lo conforman, no recordaba que el piso estuviera deteriorado en esa zona, indagando me enteré de que aquel espacio esperaba acoger “el felpudo”.

La semana pasada, sin previo aviso, aparecieron unos operarios a instalar un felpudo en la entrada. Suponemos que las lluvias de los últimos días, que han revelado unas vías de agua que inundaron el centro y han hecho venir a los responsables de mantenimiento, o una visita de una delegación extranjera unos días antes, hicieron detectar su falta a alguna autoridad competente o, simplemente, sea “lo que toca” y estén dotando a todos los centros como el nuestro del accesorio.

El caso es que los que vinieron a instalarlo carecían de instrucciones concretas, y eso dio lugar a que yo lo esté contando ahora, es un relato de segundas, a partir de lo que mi director, que ha sido testigo y parte directa, contó.

Los obreros estuvieron preguntando si hacían la instalación por dentro o por fuera de la puerta (en un espacio techado entre la puerta y las persianas que protegen el centro cuando se cierra), no sé quién decidió que fuera dentro, pero no rebajaron el suelo a ras de la puerta, queda suficiente espacio para dar un paso entre la puerta y el lugar preparado, así que imaginamos que va a ser una franja donde habrá muchas pisadas.Lo siguiente fue consultar el tamaño ¿no saben la medida de la alfombrilla que van a traer? Pues ahí está el hueco, con el cemento bien alisado delante de la puerta, esperando que alguna persona se tropiece… Cuando alguien, creo que fue el propio director, se dio cuenta del peligro, y a falta de una señalización oportuna, colocaron por encima una línea de sillas de la sala de espera, obstáculo suficientemente visible como para evitar accidentes y así está, esperando que se finalice el trabajo encajando el dichoso felpudo.

Dos o tres días después el director preguntaba al responsable de la obra cuando lo iban a poner, el susodicho alegaba que el cemento tenía que secarse, a lo que.  el director, visiblemente inquieto, respondía “reseco, está reseco”  mientras contemplaban estupefactos a una paciente que había decidido sentarse en una de las sillas del obstáculo, allí en medio de la puerta, en todo el paso, bien ventilada, sin que nadie le hubiera dicho nada, y que conste que en la sala de espera había sillas de sobra para no necesitar estar de pie o utilizar aquellas.

Seguimos esperando la estera, una cinta blanca y roja envuelve  las sillas de la entrada como aviso para que nadie se siente. El felpudo llegará, pero al sentido común no se le espera.       


viernes, 26 de mayo de 2023

JORNADA DE REFLEXIÓN


 “… alguien que está cómodo no mueve un solo dedo para cambiar las cosas.”

Uxue Alberdi. La trastienda.


Guardé estas palabras de ese libro. Hacían referencia a la posición de los chicos de la cuadrilla, convencidos de la igualdad entre hombres y mujeres, pero como tantas veces, más en la teoría que en la práctica.

Conozco la sensación, amigos que defienden la igualdad hasta que vas a hablar y quieren ser la voz cantante o decir la última palabra; amigas, y yo misma, que preferimos dejarlo pasar a discutir. Unas y otros, muchos años asumiendo el rol que nos tocó.

Pero no sólo lo guardé por el significado en ese sentido. De eso ya se ha hablado mucho y lo sabemos, no deja de sonar a repetido. Aunque habrá que seguir recordándolo hasta que deje de ocurrir.

Creo que se puede aplicar a muchas otras situaciones:

A un trabajo poco estimulante pero que, por conocido, no requiere gran esfuerzo. 

A proyectos que nunca arrancan porque son una forma de evitar un futuro vacío.

A mantener amigos que ni sabemos por qué les llamamos así, pero que nos dan sensación de compañía, aunque no sepamos de qué clase.

A una relación de pareja instalada en la rutina que no se rompe por no complicarse la vida.

A compromisos mantenidos en el tiempo que dejan de tener sentido, pero que evitan arriesgarse en nuevos retos.

A … 

Y hoy se me ha venido a la cabeza pensando en las elecciones. Yo no quiero votar. En el fondo de mi aparente conformismo anida una anarquista. Votar lo menos malo nunca me ha parecido opción. Participar de algo que no me convence es una traición a mi misma. Pero dejar que se instale lo peor, por abstenerme,  tampoco me deja tranquila. Mi hija, para casos de duda, aplica un interrogante: ¿qué pasaría si todos los que piensan como yo hicieran lo que yo? Y aquí estoy, renegando de tener que movilizarme.

Estar cómoda no es ser feliz, aunque a veces me confunda.





lunes, 20 de marzo de 2023

ACONSEJAR

Con el boli entre los dedos, el papel sobre la mesa y mi mente divagando:

La vida no se para a esperarte, va pasando, un capítulo al día y, aunque nos parezca que no pasa nada, la vida es eso. Con sentido o sin él, interesante o monótona, la vivimos o se nos va.

Acuérdate de que si quieres que pase algo, lo tienes que provocar tú y si quieres que no pase, frénalo. Aunque no siempre saldrá como tú quieres.

No penséis que me atrevo a dar consejos y luego escribo sobre lo poco que me gusta que me los den sin pedirlos, son cosas que me digo a mi misma aunque no me haga mucho caso. Tampoco es nuevo que vivo en una permanente contradicción.

Cuentas que te vas de viaje a algún sitio y antes de preguntarte por tu plan ya te han aconsejado qué ver, dónde comer y qué excursiones alternativas tienes.

Cuentas algo que te ha pasado y, sin saber si lo has dado por zanjado, ya tienes sugerencias sobre cómo tendrías que haber reaccionado o como poner una reclamación.

Cuentas algún mal que te aqueja, mayor o menor y, además de varios remedios caseros y naturales, te encuentras que alguien te pone por delante el ranking de los mejores especialistas (públicos, privados, nacionales y extranjeros) en algo que el otro piensa que puede ser lo que te pasa.

Cuentas que te gusta algo o que te estás aficionando a alguna actividad y, enseguida, con la mejor intención, te recomiendan las mejores clases o los mejores vídeos de internet.

Y resulta que yo soy una ingenua, que me gusta contar mis cosas porque me hace ilusión o porque me desahoga, que me gusta descubrir lugares y actividades un poco a la aventura y por probar, que no necesito verlo todo, estar donde ha estado todo el mundo ni ser la mejor en nada, que si me encuentro mal y pienso que es un mal pasajero voy a darle tiempo a que desaparezca y, si requiere de un profesional, me voy a fiar del criterio del que “me toca” mientras no detecte incoherencias en el proceso.

No es que no necesite ayuda de nadie. Muchas veces me hace falta, pero me gusta que me dejen hacer la pregunta oportuna a la persona que yo considero adecuada. Puedo equivocarme, pero no quiero un tutor para cada paso que doy.

Seguramente la gente que me da consejos se alegra de que se los den en la misma medida. Entonces para esas personas debo resultar extraña, antipática o ignorante. Suelo escuchar y no dar ninguna indicación salvo que me pregunten.

Cuando alguien se va de viaje imagino que ya lo ha preparado a su aire, aunque yo conozca el lugar, puede que haya cambiado desde que estuve y la otra persona no tiene por qué tener mis objetivos, ni mis gustos. 

Si alguien me cuenta un problema o un simple hecho que por algún motivo le ha llamado la atención, pienso, si no me pregunta, que le apetece contarlo sin más o que al hablarlo está buscando su propia solución o que lo hace porque un mal compartido se reduce.

Los males de salud son un capítulo aparte por mi profesión, aún así trato de distinguir si el que lo cuenta busca resolver una consulta o no. Y si lo que quiere es una opinión autorizada suelo dar mi punto de vista con cautela, yo no soy especialista en todo y, salvo de personas muy cercanas, no conozco toda la historia médica de nadie ni solemos estar en un lugar donde hacer un reconocimiento en condiciones. No me gusta medicalizar la vida y los remedios caseros los dejo para las abuelas.

Y para las aficiones… ya he dicho que no soy la mejor en nada. Me gustan tantas cosas que he ido probando algunas, casi siempre a la vera de alguien que sí sabía y sólo me he quedado con las ideas o las sensaciones que me valen a mí. Me gusta una idea de Itzi referente a dejar las cosas en boceto. Llevarlas a un cierto nivel de perfeccionamiento requiere mucho tiempo y esfuerzo. Así que no soy quién para dar consejos a nadie.













jueves, 2 de marzo de 2023

DESVARÍO

 


Al hilo de un grifo y una persiana…

El desgaste le llega a las cosas como las arrugas y la artrosis a los cuerpos. Las arrugas dan personalidad y hablan de lo vivido, no se arruga igual una cara acostumbrada a sonreír que una habituada a fumar o a enfadarse.

¿Se enfadan las casas y por eso se averían?

Seguramente las casas animadas de los cuentos infantiles son reflejo de la realidad, con la mente abierta somos capaces de detectar las emociones de las casas. Como la canción de Torrebruno El reloj de la estación que “si es  feliz se adelanta, triste se atrasa…”

Hay casas traviesas, las que esconden cosas en cuanto te descuidas, y otras altivas, en las que es imposible ser feliz, otras sonrientes y acogedoras, antipáticas y, hasta algunas, que cambian de humor según la luz o según quien esté en la casa en cada momento.

¿Les ocurre a las casas como a las mascotas? ¿Tienen el carácter que les transmiten sus dueños o son los dueños los que se contagian de ellas?

Por si acaso ya he puesto remedio a la persiana y al grifo.

Y por si no parece suficiente desvarío, aquí está el enlace a la canción de Torrebruno. De pequeña hubiera negado, hasta con tortura, que le llegaría a tener cariño a esta canción. 


miércoles, 22 de febrero de 2023

VIAJE




Mi trabajo era transportar bellas durmientes; ese día llevaba tres. 

Durante unas horas el mundo era un túnel por el que transitaba en paz.

Al final del túnel había luz y decidí parar, las durmientes cobraron vida y desayunaron junto al fuego. Había un ruido intenso, estaba en obras y parecía que la casa iba a desmoronarse, pero ellas no lo oyeron, ruido blanco decían, como si aquel ruido fuera parte del paisaje y no importara.

La mañana arrancaba sonriente y corríamos bajo una nube que nos salvaba de cegarnos con el sol.

Llegamos a destino y cada una cumplimos nuestro papel. A la hora convenida recogimos los trastos y regresamos.

Las bellas durmientes ahora solo eran dos. Luego las tres soñaron canciones, elaboraron una lista muy larga. En un momento llenaron de música más de siete horas. 

Volvimos a entrar en el túnel, pero esta vez, al final, cada  una llegó a su casa y la que quiso encendió la luz.