martes, 2 de diciembre de 2025

VIAJE A LO DESCONOCIDO. LO QUE ME QUEDA DE BUTÁN

He dejado pasar muchos días sin volver a escribir, ya hace un mes que volví del viaje. Las impresiones que me produjeron algunos paisajes, algunos sonidos, algunas conversaciones o algunas historias no han desaparecido, pero no están tan a flor de piel como al principio. Si repaso las fotos, se reactiva todo, pero no sé si tengo tantas ganas de contarlo con detalle.

Quizá la privacidad a la que someten los templos (recordad la regla: nada de fotos en cuanto te descalzas) se ha transmitido a mi relato. O ya me he encontrado con amigos a los que se lo he ido contando y me va sonando a repetido.

Si ya pasé por encima de algunas experiencias sin detenerme demasiado, ahora puede que sea aún más fugaz, pero creo que no puedo dejar inconcluso el proyecto que empecé.


Así que lo retomo en la mañana que nos levantamos en Punakha y fuimos a ver su dzong, que no era el que fotografiamos iluminado la noche anterior. Con todos los elementos comunes a otras construcciones locales, fortalezas y templos, resultó ser un lugar especial por la serenidad que se respiraba por todos sus rincones. No en vano está cerca de la confluencia de los ríos Pho y Mo, considerados respectivamente como afluentes masculino y femenino del gran río Sankosh que representa la armonía de la unión de ambos aspectos.










También fue el día que pasamos por el puente colgante que cruza el Pho Chhu (Chhu es río en dzongkha).







Volviendo a Paro ya habían vestido los mástiles que llamaron nuestra atención el primer día y toda la carretera estaba jalonada de vivos colores para recibir a los asistentes al Festival de oración.                       

Volvimos a parar en el paso de Dochula, que estaba incluso más nublado que el primer día. 

La última visita fue el Chimi Lhakhang, el templo de la fertilidad, y el poblado que lo rodea, con su característica profusión de penes decorados. Es un lugar de peregrinación para  las parejas con dificultades para tener descendencia. Los falos son amuletos que favorecen la fertilidad y dan buena suerte.

La siguiente jornada fue la de la excursión estrella del viaje, la subida al Templo del Nido del Tigre. Aunque llovió, tuvimos suerte, al día siguiente llovió más y cerraron la subida. A pesar de la lluvia y la cuesta, mereció la pena, no solo por los templos encajados en la roca, sino por el paseo en sí mismo. Quizá en otro momento, le dediqué una entrada especial, o no.


Después del esfuerzo y la mojadura relajamos nuestros cuerpos con un tradicional baño de piedras calientes. Consiste en sumergirse en unas artesas de madera, de tamaño suficiente, llenas de agua con hierbas aromáticas en las que la temperatura se regula a base de echar piedras calentadas en una chimenea o agua fría a gusto del usuario. En el mismo lugar, tras el remojo, nos dieron a probar suja (té salado con mantequilla) y ara (aguardiente de cereales). Particularmente prefiero el té con leche clásico que nos pusieron como bebida en más de una ocasión, además de un sabor rico, no me desvelaba como cuando tomo té en Europa.

El último día será otro capítulo, por cuestión de longitud y manejo de la página.


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