domingo, 3 de octubre de 2021

EL MUNDO QUE ME RODEA

Continuo con el ejercicio al que me refería en la entrada anterior. Mi correctora particular, Itzi, me ha pedido reescribir el texto de la segunda foto. Al parecer, un primer escrito que le he pedido que leyera antes de publicarlo estaba hecho con demasiada distancia y el tema, según ella, requiere algo más personal.

De nuevo tres objetos que me acompañan hace tiempo, menos conectados en apariencia si no se sabe que el nexo de unión soy yo. Son objetos sin los que yo no sería yo. Representan una forma de entender la vida que me ha ido conformando y que siguen dando sentido a mi vida.



Las botas para caminar:

No entiendo mi vida sin andar. Caminar me da energía, me permite pensar con más claridad, me mejora el ánimo, me hace sentir físicamente mejor… es un hábito instalado hace tanto tiempo que en algunas épocas en que casi no he salido a caminar la vida se me ensombrecía. No sabría decir si mejoraba cuando empezaba a salir o empezaba a salir porque mejoraba.

Recuerdo que mis padres nos llevaban a caminar por el campo cuando éramos pequeñas, luego además salía con los scouts, con el club de montaña, con Joaquín, y sigo saliendo con nuestra hija y con buenos amigos.

He paseado Guadarrama, Gredos, Picos, Pirineos, hasta los Alpes y algunos macizos más. Pero también caminos rurales y, cuando no hay otro plan, las lagunas y cerros del pueblo donde vivo me salvan de apolillarme.

Aunque me permiten una forma de evasión sana, las botas también simbolizan una manera de estar en el mundo más terrenal, anclando los otros dos objetos, representantes de religión y ciencia, que podrían haberme alejado de una realidad más cotidiana.

Mi Biblia:

Me acompaña desde el colegio, un colegio de monjas. Mis creencias y valores tienen una base cristiana y este libro me ha ayudado a superar crisis, a buscar nuevas oportunidades, a meditar. Lo he leído entero. Está lleno de marcas, subrayados y recuerdos. Hay pasajes que leídos en otras versiones, traducidos de otra manera, no me suenan igual de bien. Sé que hay partes prescindibles y otras que, según se interpreten, pueden decir una cosa y su contraria, pero no puedo negar su influencia en mí.

Me tengo por una persona racional y sé que la fe no lo es. Tampoco es racional el amor y no renuncio a él. Los entiendo como otro plano de la vida que me permiten otro punto de vista y otra comprensión del mundo. Eso sí, sin pretender imponérselos a nadie.

Y por último, un fonendoscopio:

Un símbolo de mi profesión, una de esas que se tienen por vocacionales…

De todos los objetos elegidos es el último que se incorporó a mi vida pero, desde entonces, me acompaña en mi día a día.

Una de mis primeras actividades profesionales fue como formadora de adultos en unos cursos de Educación para la Salud. No recuerdo la pregunta, pero sí que una alumna me pedía que diferenciara lo que decía como médica de lo que decía como opinión personal. Supongo que es fácil adivinar que no pude separarlo.

Con muchas contradicciones, con luces y sombras, siempre soy una sola, yo.


MI VISIÓN DEL MUNDO

Hoy comparto un ejercicio de un curso de autoconocimiento a través de la fotografía. Consistía en seleccionar dos objetos, fotografiarlos y escribir sobre ellos. No he podido limitarme a dos objetos aunque sí los he condensado en dos imágenes.

                                                                  Voy con la primera:




Libro de recuerdos para mi hija:

Ya hace más de dos años que comencé a escribirlo pero el relato se puede remontar muchos años atrás, incluso antes de que yo naciera. A veces hablo de historias de sus abuelos.

Aprendí a escribir con 3 o 4 años. Me regalaron un diario donde empecé a expresarme torpemente antes de cumplir los 10 y, aunque nunca escribí a diario, no he parado: poemas adolescentes, un par de cuentos, volcado de emociones, sentimientos, reflexiones, desahogo, pequeños comentarios en Facebook, un blog elemental, textos que guardo para mi sola, ejercicios de escritura, cartas que hace años dejé de escribir y enviar, otras que nunca llegaron a destino, notas, mensajes…

Y el complemento necesario:

Un instrumento con el que escribir. Antes que el de la foto ha habido muchos, incluso durante un tiempo escribía con pluma mis documentos más personales pero, al final, es más práctico el boli.

El de la foto tiene casi 20 años, 17 para ser exacta. Es un regalo de mis compañeros de trabajo de entonces, un regalo de despedida, aunque me despedí del lugar, algunas de aquellas personas todavía me acompañan en mi vida.

Evidentemente he usado muchos otros bolígrafos desde entonces pero este no desaparece.

El tercer elemento de esta imagen son mis gafas.

Necesito gafas desde antes de hacer la Primera Comunión, yo la hice con 7 años. He perdido la cuenta de cuántas gafas he tenido que usar. Durante unos años usé lentillas pero, cuando me las quitaba, tenía que ponerme gafas otra vez.

Mi visión del mundo siempre tiene un cristal interpuesto. Espero que distorsione poco la realidad o que, si lo hace, me devuelva una imagen más amable. Mi hija se extraña de mi cara cuando me las quito. También a mí me ven a través de los cristales. Una vez escuché a alguien decir algo que me aplico: “yo soy con gafas”.