viernes, 26 de mayo de 2023

JORNADA DE REFLEXIÓN


 “… alguien que está cómodo no mueve un solo dedo para cambiar las cosas.”

Uxue Alberdi. La trastienda.


Guardé estas palabras de ese libro. Hacían referencia a la posición de los chicos de la cuadrilla, convencidos de la igualdad entre hombres y mujeres, pero como tantas veces, más en la teoría que en la práctica.

Conozco la sensación, amigos que defienden la igualdad hasta que vas a hablar y quieren ser la voz cantante o decir la última palabra; amigas, y yo misma, que preferimos dejarlo pasar a discutir. Unas y otros, muchos años asumiendo el rol que nos tocó.

Pero no sólo lo guardé por el significado en ese sentido. De eso ya se ha hablado mucho y lo sabemos, no deja de sonar a repetido. Aunque habrá que seguir recordándolo hasta que deje de ocurrir.

Creo que se puede aplicar a muchas otras situaciones:

A un trabajo poco estimulante pero que, por conocido, no requiere gran esfuerzo. 

A proyectos que nunca arrancan porque son una forma de evitar un futuro vacío.

A mantener amigos que ni sabemos por qué les llamamos así, pero que nos dan sensación de compañía, aunque no sepamos de qué clase.

A una relación de pareja instalada en la rutina que no se rompe por no complicarse la vida.

A compromisos mantenidos en el tiempo que dejan de tener sentido, pero que evitan arriesgarse en nuevos retos.

A … 

Y hoy se me ha venido a la cabeza pensando en las elecciones. Yo no quiero votar. En el fondo de mi aparente conformismo anida una anarquista. Votar lo menos malo nunca me ha parecido opción. Participar de algo que no me convence es una traición a mi misma. Pero dejar que se instale lo peor, por abstenerme,  tampoco me deja tranquila. Mi hija, para casos de duda, aplica un interrogante: ¿qué pasaría si todos los que piensan como yo hicieran lo que yo? Y aquí estoy, renegando de tener que movilizarme.

Estar cómoda no es ser feliz, aunque a veces me confunda.