Un hombre, cualquier hombre, vale más que una bandera, cualquier bandera.
Eduardo Chillida
El desencadenante de este texto ha sido la historia que me cuento sobre desencuentros vecinales cada vez que veo, en un edificio cercano al mío, la exhibición, en sendos balcones separados por una altura neutral, de una bandera republicana y una rojigualda. Llevan bastante tiempo y no sé decir cuál pusieron primero, ambas andan igual de desgastadas, seguramente fue cuestión de horas o pocos días la aparición de ambas, yo las vi a la vez y de ahí la suposición de un choque de pareceres perpetuado.
Ojalá me equivoque y luego sean vecinos educados y razonables que hayan sabido manejar sus diferencias con la exhibición de sus símbolos. Pero no dejo de pensar que es un pulso de fuerza, una guerra por el poder y la razón. ¿Cómo no va a haber guerras entre países si no somos capaces de estar en paz con nuestros vecinos?
Se me vienen a la mente otras formas de mostrar el poder y establecer diferencias en lo cotidiano, a veces sutiles y otras no tanto. Y no son diferencias enriquecedoras sino clasistas, impuestas desde la dominación.
Una la tengo identificada en mi trabajo: desde hace muchos años, para preservar la privacidad, registramos los datos de nuestros pacientes con una clave, esa clave está asociada a sus apellidos, cuando yo empecé a trabajar la clave para los que sólo tenían un apellido se completaba con 2X en los huecos correspondientes al segundo apellido. Hace años la CAM decidió cambiar el sistema y utilizar letras del nombre y del primer apellido para los nacidos fuera de España, tengan o no dos apellidos, incluso aunque tengan la nacionalidad española ¿Por qué lo considero una diferencia desde la superioridad? Porque les pone en desventaja, en otros ámbitos la clave sigue componiéndose a la antigua usanza y resulta un ejercicio de investigación conectar los datos de uno y otro lado. Al margen de señalarles como extranjeros (¿con qué intención?) da lugar a absurdos: un español, hijo de españoles pero que la casualidad hace nacer en París lleva clave de extranjero porque la clave se genera automáticamente y entre las variables que usa está el lugar de nacimiento.
Otra presión, tengo relación con un grupo de chicas jóvenes marroquíes, hablábamos del verano, casi todas se iban a ir a Marruecos a ver a su familia, todas menos una, aún “no tiene papeles”, está empadronada, va al instituto como las demás, pero si se va, no podría volver. Maldito sistema que no permite la libre circulación de las personas, que te planta en tu cara un “no te quiero” pero no te dejo irte porque me viene bien para demostrar mi poder.
Supongo que hasta cierto punto ese pensar que lo mío es mejor (mi país, mi equipo, mi familia, mis ideas…) es una forma de supervivencia, pero la hipertrofia de ese sentimiento sólo puede llevar a la degradación y a la destrucción. Entiendo el progreso desde la colaboración, la incorporación de nuevas ideas, la participación de lo mejor de cada uno, el respeto y el reconocimiento de lo diferente. Todo lo de fuera no es mejor, pero tampoco peor.
Otro ejercicio de poder me parece el de los narradores, para los que no somos testigos de cualquier hecho nos queda la versión del que nos lo cuenta, de viva voz, por escrito o en una película.Sabemos que la historia se explica diferente por ganadores o perdedores, según los intereses económicos del que la cuenta, según los sentimientos del autor:
He visto la película “El olvido que seremos” basada en la biografía que escribió el autor sobre su padre. No he leído el libro pero quiero suponer que no difiere mucho. Está claro que quería y admiraba a su padre pero me gusta la capacidad de mostrar las sombras del protagonista, nombrándolas, dejándolas ver sin ahondar en ellas.
Yo misma estoy utilizando mi cuota de poder, contándoos mis reflexiones y mis conclusiones sin más puntos de vista, sois libres de leerme o no, estar de acuerdo o no, pero ya os hago asomaros a unas ideas que tal vez ni hoy ni nunca necesitabais. Así que perdón por disponer de vuestro tiempo.
Puede ser conveniente lavar los trapos sucios en casa pero también es saludable sacarlos a secar al sol.