sábado, 19 de septiembre de 2020

PASAN LOS AÑOS

                               
                                      


Hacía más de 5 años que no estaba en Chinchón. Algunos sábados Joaquín se levantaba con ganas de no quedarse en casa y nos íbamos a desayunar por ahí, lo mismo daba Chinchón que Torrelaguna, y lo mismo daba que el desayuno fuera a las doce o a la hora de comer. Una vez acabamos durmiendo en Plasencia y el desayuno fue al día siguiente.

Hoy he vuelto a Chinchón, más bien me han llevado. De forma parecida a como hacía su padre, ayer, nuestra hija, me propuso la visita. Había un motivo. Hace pocos días que ha aprobado el examen de conducir y quería probarse en una carretera enrevesada y, sobre todo, probarme que puedo estar tranquila si coge el coche, lo llena de amigos y se va por ahí. 

Se preguntaba qué bromas le hubiera hecho su padre en estas circunstancias. Tiene la percepción de que Joaquín la chinchaba para reírse juntos y quitar hierro a las situaciones difíciles. Dice que era la forma en que la hacía saber que la quería. El puesto de copiloto de hoy hubiera sido suyo. Y hubiera estado tan orgulloso de ella como lo estoy yo.