sábado, 12 de octubre de 2019

OTRO PUNTO DE VISTA


Un día me encontraba mirando al mar Cantábrico a la altura de Donostia y se me vino a la cabeza cuánto habían cambiado algunas cosas desde las últimas veces que había visto ese mismo mar desde esa misma ciudad. 

Hice un repaso, en apariencia mi vida era muy parecida, salvando que la compañía de Joaquín era menos corpórea. Concluí que la diferencia no era más, ni menos, que un cambio en el punto de vista:

Estaba allí, apoyada en la famosa barandilla de la playa de... Ondarreta, era un día claro y veía el Peine del Viento y el Puerto, como tantas otras veces... pero no, no recuerdo ninguna ocasión en que esa fuera mi primera visión de esa bahía, siempre llegábamos entrando por la Parte Vieja y la Concha. Esa vez ni siquiera pisé la Parte Vieja ni pasé por los Cubos hacia la Zurriola. Mariaren Bihotza ahora es Claret Ikastola... también otro punto de vista.

Otro cambio, ya iniciado hace unos años, pero ahora consolidado y con visos de ir a más: cuando Joaquín se encontraba bien viajábamos a nuevos y viejos lugares, por curiosidad o nostalgia, pero con el único fin de viajar. Ahora viajo “por deporte”, no, no es una nueva modalidad deportiva, simplemente las fechas y los destinos están marcados por los campeonatos y encuentros deportivos de nuestra hija. Por eso la visita a los lugares habituales queda condicionada por los ratos que deja el horario de los partidos y la ubicación de los polideportivos.

Otro cambio más, mi posición se ha desplazado desde el asiento del copiloto al del conductor, apenas unos centímetros en distancia física, pero psicológicamente es un abismo que, inesperadamente, he saltado sin dificultad.

Aclaro que no he estado recientemente en Donostia, pero sí he viajado a otro campeonato y he recuperado una reflexión que escribí hace tiempo.