Homenaje a F.
Me invitó varias veces a ir, me ofrecía su casa aunque nunca acepté. Me hablaba con entusiasmo de aquel lugar junto al mar. Era su sitio, donde iba a recuperarse, siempre volvía mejor. Nunca entendí por qué no se quedaba a vivir allí definitivamente.

Y el libro que tenía proyectado escribir quedó pendiente.
Por casualidades de la vida he acabado yendo a Conil, muchos años después de haberle conocido, seguramente mi visión es distinta de la suya, pero también he encontrado motivos para volver .
Cuando paseo por sus calles no puedo dejar de acordarme de él, incluso he hecho ejercicios de imaginación pensando por dónde se movería, qué parte de la playa prefería, qué bares frecuentaría, qué personas de las que me cruzo le conocerían...
Alguna vez he pensado que nací demasiado pronto o demasiado tarde, pero no me considero de una generación maldita, tal vez por eso nunca le dije que habíamos nacido el mismo año.